Educación y trabajo para fomentar la igualdad


Hombres y mujeres que participan en los proyectos socioeducativos de Barró han contado sus testimonios en la mesa de experiencias organizada por la Asociación.
La Asociación Barró ha organizado un encuentro los hombres y mujeres de diferentes etnias y culturas que participan en los proyectos socioeducativos de la entidad, con el fin de visibilizar cómo fomentan la igualdad a través de la educación y el trabajo.
Han sido las y los participantes de los proyectos quienes han contando en primera persona su experiencia. Los testimonios recogen de qué manera la educación recibida les ayuda a su desarrollo personal y social, así como a su inclusión en el mundo laboral.
Y es que Barró apuesta por la educación y el trabajo, a través de programas formativos, para que hombres y mujeres puedan salir de la situación de vulnerabilidad social en la que viven en igualdad de condiciones.
La mesa ha estado dinamizada por la mediadora social de la entidad, Manuela. En ella, hombres y mujeres han hablado de sus vivencias, “con luces y sobras, así como del esfuerzo y las recompensas que su trabajo y su valor les ha traído”, según contaban las educadoras.
Y también han compartido historias de vida, como por ejemplo “cómo los hijos les han cambiado la perspectiva que tenían, el valor de la independencia, la importancia de saber escoger a los compañeros (tanto en el trabajo como en la vida), el apoyo de la gente o cómo afrontar las críticas manteniendo su cultura gitana”.
Una experiencia enriquecedora, de la que hemos recogido algunos testimonios – abajo-.
Esta jornada da continuidad a las que Asociación Barró celebra cada año a favor de la igualdad, coincidiendo con el Día Internacional de las Mujeres.
Rodika, de 19 años y participante de el proyecto de mediación en el Gallinero, contó lo importante que había sido para ella la escuela y el apoyo de sus profesores para seguir adelante con sus estudios a pesar de las dificultades, y cómo también sus padres han sido los pilares fundamentales que la han sustentado y animado a continuar.
Noemi, de 25 años y estudiante de Graduado en ESO a través de Barró, narró que a pesar de las responsabilidades a las que tuvo que hacer frente a los 15 años, nunca perdió el interés por aprender; su capacidad de trabajo y reflexión le hacían cuestionarse lo que ella quería para sí misma y para su vida. Esta fuerza fue el motor que la impulsó a matricularse en un curso de mediación y de ahí a sacarse el graduado.
Ani Carmona, de 33 años y mediadora social, desde muy pequeña se cuestionaba las diferencias entre ella y sus amigas del barrio, o entre ella y las mujeres y hombres de su casa. Y precisamente fue esa capacidad de reflexión la que le llevó a apuntarse a una formación en mediación que cambió su vida. Tras finalizar sus estudios, trabaja como mediadora ayudando a transmitir esa ilusión por aprender y crecer, todo ello con la clave de querer es poder.
Elvira, de 48 años y carretillera, es la madre de una de las participantes y un ejemplo de gitana independiente que se saca adelante a su familia. Ha trabajado en multitud de lugares y casi siempre en puestos típicamente masculinos, lo que en ocasiones le ha supuesto alguna que otra mirada de extrañeza. Actualmente, y gracias a su capacidad de trabajo, cuenta con el apoyo de muchos compañeros y compañeras que no la pierden de vista para contar con ella en su búsqueda de empleo.

