El 75% de las familias que participan en el programa de salud integral de Barró avanzan significativamente en su proceso de inclusión social


Desde el Centro Socioeducativo Jara, de la Asociación Barró, se está trabajando con las familias de Ciudad Lineal en un programa pionero en el distrito que se basa en ofrecerles herramientas para que mejoren su salud no sólo a nivel físico, sino también mental y social. De esta logra que hombres y mujeres se desarrollen personal y socialmente, lo que facilita su inclusión en la sociedad.
Hablamos de familias, en su mayoría inmigrantes y en situación de vulnerabilidad social que participan en los proyectos que Barró ofrece como entidad sin ánimo de lucro que trabaja la intervención social con población desfavorecida. La duración del programa es de un curso escolar, y está abierto a todos los vecinos del barrio. En esta primera edición han participado en torno a las 50 personas, cifras muy alentadoras para la Asociación.
En cada proceso, además de orientarles e informarles, los hombres y mujeres participan activamente compartiendo inquietudes o haciendo demandas concretas.
El programa de salud comprende varias acciones, que van desde el acompañamiento a centros de salud hasta la realización de talleres específicos sobre género o autoestima, o la organización de actividades de convivencia y ocio. Se trata de abarcar la salud pero sin olvidar sus tres ejes básicos: físico, mental y social.
La Asociación Barró informa de que este programa ha ayudado al 75% de las personas usuarias a mejorar significativamente su proceso de inclusión social. Esto queda constatado, entre otras razones, porque el 90% de las mujeres atendidas han acudido a revisiones médicas, además ha aumentado el uso de los servicios públicos por parte de los ciudadanos inmigrantes atendidos, se han creado nuevos lazos de convivencia con los vecinos de la zona y los usuarios han demostrado tener más autonomía a la hora de usar su tiempo.
Paralelamente, este programa sirve para captar a nueva población y para mejorar el trabajo en red como forma de combatir la exclusión social en el distrito. Y con respecto a otros agentes sociales implicados, se consigue que haya un mejor entendimiento entre todos.
En esta labor, lo que Barró señala como más significativo es que los usuarios tienen “un espacio propio que les permite el crecer social y personalmente y que tener conciencia de que forman parte de esta sociedad, lo que facilita su integración como ciudadanos”, nos comenta Aura, la mediadora intercultural de la entidad.
Ése es a la vez el gran reto, porque es difícil lograr que se sientan ciudadanos de aquí, pues “a muchos les cuesta adaptarse, porque aunque estén acá están pensando allá, tienen esa doble vida que hace que, cuando los lazos con el país de origen son muy fuertes – por ejemplo envían todo el dinero o tienen a toda la familia allí-, no ayude a su integración”.
Otra de las dificultades es que a veces cuesta entender que se trata de un espacio para reeducarse y coeducarse, donde aprender de los demás y no pensar que como somos adultos ya uno lo sabe todo. También cuesta romper con los mitos y tabúes arraigados, sin que eso signifique perder las costumbres propias.
En todo el programa la figura de la mediadora es clave, pues crea un puente de comunicación entre las personas inmigrantes y los profesionales de los servicios públicos u otros agentes sociales, tratando de lograr el conocimiento y el entendimiento mutuo, escuchando, sin imponer, y siempre desde el respeto a otras ideas o culturas. «Al acompañarla, las mujeres ven que hay una personas que las ayudan y representan, y todo es más fácil».
Con respecto al cuidado físico, destaca el Acompañamiento de mujeres a centros de salud por parte de la mediadora intercultural, un servicio que ha dado sus frutos y gracias al cual más del 90% de las mujeres que llevaban incluso años sin acudir a revisiones médicas han podido ir a sus centros de salud. La mayoría de ellas son «madres con horarios de trabajo extenuantes, que cuidan de sus hijos y se descuidan a ellas mismas, descuidando por ejemplo su salud sexual y reproductiva; algunas hacía hasta 8 o 10 años que no habían ido al ginecólogo. Otras razones para no acudir al centro de salud son los miedos o tabúes que traen por su cultura de origen, o el desconocimiento de qué procesos seguir o qué derechos tienen a la hora de beneficiarse de los servicios sociales que como ciudadanos tienen en este país», matiza Aura.
En el acompañamiento a centros médicos la mediadora coordina con el centro de Salud de Ciudad Lineal las citas, acompaña a las usuarias y explica a los profesionales médicos las necesidades y temores de aquellas. Gracias a este procedimiento las mujeres han adquirido la seguridad necesaria para romper la barrera del miedo, y los médicos comprenden mejor las diferencias culturales para abordar así con más tacto el trato a las pacientes. Los resultados son «impactantes y positivos, porque se previenen enfermedades o se les facilitan métodos anticonceptivos a los que debido a su situación de exclusión social tiene un acceso limitado».
En cuanto al fomento de la salud metal, se ofrecen talleres de autoestima o de control del estrés, así como clases de yoga y danza como terapia en la que hombres y mujeres se expresan y liberan estrés. También se organizan talleres y charlas orientativas de diferentes temas según lo demanden, como por ejemplo de prevención de violencia de género, salud sexual y reproductiva, hábitos alimenticios o higiene y autocuidado.
Y en cuanto a la salud social, se fomenta la convivencia, el intercambio de experiencias y el conocimiento de otras culturas, para lo que se trabajan las habilidades sociales y se realizan actividades sobre todo culturales y de ocio donde los propios usuarios participan activamente en su organización. «Así entiende que salud también es cuidar las relaciones sociales, saludable que es ir al parque, al cine, hablar…y compartir espacios donde expresarse y hacer sus demandas».
Asimismo, el programa incluye la Escuela de Padres y Madres, donde se dan charlas formativas, como por ejemplo sobre prevención del consumo de sustancias tóxicas por parte de los hijos en un entorno familiar favorable. Y también Nuestro espacio, destinado en exclusiva a las mujeres para fortalecer la convivencia y el desarrollo de habilidades sociales.
El programa forma parte del Proyecto de Mediación Social Intercultural con familias, que cuenta con la colaboración de la Dirección General de Inmigración de la Comunidad de Madrid y el Fondo Europeo para la Integración.