“Ya es hora de que los gitanos cambien, tenemos que formarnos para poder trabajar"


Las mediadoras Tina- a la izquierda- y Paqui – a la derecha-.
Tina es una de las mediadoras de etnia gitana, que trabaja en la asociación Barró, que ha asistido junto a las otras dos mediadoras, Paqui y Manuela, a la 31 Jornada de Enseñantes con Gitanos celebrada este fin de semana en Oviedo.
La necesaria labor de esta mediadora consiste en ser persona de referente para las mujeres y hombres de su etnia, acompañándoles y mostrándoles que, como ella, pueden ser capaces de conciliar la vida familiar, cultural y profesional sin renunciar a sus raíces y cultura gitana.
La exclusión social en la que viven muchas familias gitanas puede superarse si se participa de igual a igual en la sociedad, como por ejemplo optando al mercado laboral o teniendo acceso a estudios no sólo primarios sino también secundarios.
Tina lleva más de seis años trabajando y aunque no pierde ni la esperanza ni la ilusión de trabajar, asegura que en este tiempo “la actitud ha cambiado, muy poco, pero la mentalidad de las mujeres se ha ido abriendo”.
En relación a la Jornada, Tina dice que lo que más le ha llamado la atención es comprobar que la educación con jóvenes de etnia gitana “es un problema en todos los sitios de España, me llama la atención que los niños gitanos y las familias sean de dónde sean no tienen la conciencia de seguir estudiando, los propios padres no ven la importancia de que se formen”.
Constata así que uno de los principales problemas a los que se enfrentan los alumnos gitanos a la hora de estudiar es su propio entorno familiar. “Muchas niñas del colegio este año querían estudiar en el instituto, y eran los padres lo que no les dejaban; aunque al final hablando con ellos pudimos hacer que se matricularan, en la práctica es más complicado…”.
Y es que como mediadora, una de sus funciones es motivar a las madres con las que trabaja. Para ello les dice que “ya es hora de que los gitanos cambien, tenemos que formarnos para poder trabajar, si quieren tener un trabajo digno, como dicen, tienen que formarse”, dice tajante.
“Solucionar el fracaso escolar de los niños y niñas gitanas pasa por concienciar a los padres, hay que trabajar mucho con los padres, porque los niños son adolescentes y no ven la importancia y si no tienen una persona que les apoye no avanzan.”
Aparte de la familia como agente motivador, es necesario buscar otros referentes para los jóvenes, ejemplos de amigos o conocidos que hayan estudiado. No obstante, aún “faltan referentes, y entre ellos mismos, de la gente del entorno más cercano no hay casi ninguno. Es más, si de un grupo uno estudia, los demás lo desmotivan”.
Tina trabaja en sesiones con mujeres de etnia gitana, donde trabajan habilidades sociales y comparte sonrisas y algún café; “empecé con mucha ilusión, y aunque a veces se te va de las manos, están contentas y ven en mí una persona cercana”. Y además trabaja directamente en un colegio de Madrid, acompañando y mediando entre profesores, alumnos y sus familias. Esta labor suele tener buenos resultados, sin embargo no es suficiente, y además Tina confiesa que a veces sí se ha topado con casos de discriminación y reticencia por parte de algún profesor, unas discriminaciones que se basan en estereotipos.
Por eso Tina destaca que uno de los principales problemas a los que se enfrenta la gente de etnia gitana es que los discrimen por ser gitano. “Afortunadamente yo no lo he sufrido ese problema, ni he tenido problemas con los vecinos. En mi familia además nos han apoyado, mis hermanos tienen estudios y mi padre trabajó en televisión”.
Además de mediadora, es un referente, porque sus comienzos no fueron fáciles. “Me ha costado muchas lágrimas trabajar, porque mi marido no llevaba bien de depende que no dependiera de todo para él y que tuviera autonomía, me llamaran a jornadas, saliera etc… Pero aún así estudié y seguí trabajando. Convencerlo ha sido un trabajo poco a poco, de negociación, hasta demostrarle que por salir y ver mundo no voy a dejar de lado mi familia. Así se ha dado cuenta que es un trabajo que me gusta. Sé que aunque no me lo reconoce está orgulloso de mí, porque con otras personas sí lo dice”.
Sus hijos también la tienen como referente, van al instituto, y de hecho uno de ellos está ya estudiando en la escuela de Hostelería, “los otros aún son pequeños así que ya veremos, pero los apoyaré”.
Como conclusión de esta 31 Jornada de Enseñantes con Gitanos, Tina nos dice que le gusta “ver que la gente se reúne y exponen lo que hacen. Que se vaya viendo una pequeña evolución aunque sea pequeña. Y ver cómo gitanos se suben a la mesa como ponentes y cuentan su trabajo. Y me parecen muy útiles y muy prácticos los materiales que ofrecen otras entidades, para compartir y poder trabajar con nuestros usuarios”.